miércoles, 24 de marzo de 2010

EFECTOS NO FINANCIEROS DE LA CRISIS DE LA VIVIENDA EN LA COMUNIDAD HISPANA DE LOS ESTADOS UNIDOS.


La mayoría de las familias hispanas tienen ingresos estables provenientes de varias fuentes, algunas veces con dinero en efectivo; en muchos casos este hecho hace que el historial de crédito sea muy limitado e inclusive nulo.

El historial de crédito es un componente importante usado por los bancos para determinar el riesgo y este a su vez es un factor decisivo para asignar el porcentaje de interés que se cobra al otorgar un préstamo. A mayor riesgo, mayor interés.

Durante el auge de el mercado de las casas muchos préstamos fueron otorgados sin exigir pruebas de ingresos, por supuesto con intereses muy altos y generalmente con intereses ajustables.

Según declaraciones del secretario de vivienda de los EEUU, Sahun Donovan, el 40% de los préstamos hipotecarios que obtuvieron los hispanos en el 2006, fueron créditos de alto riesgo, que comprenden tasas de interés ajustables. Explico también que este tipo de préstamos fueron promovidos especialmente entre hispanos y afroamericanos.

Estudios particulares indican que la concesión de prestamos de alto riesgo generarán en la comunidad hispana perdidas cercanas a los $82.000 millones de dólares, mientras que el Centro para Prestamos Responsables calcula que 1.3 millones de familias hispanas perderán sus viviendas entre el 2009 y el 2010.

La mayor parte de las investigaciones estudian el impacto económico de la crisis de la vivienda, sin embargo son muy pocos los estudios que analizan el impacto social en nuestras comunidades.

Análisis incipientes apuntan a que los embargos y ejecuciones hipotecarias generan además de pérdidas financieras un duro golpe emocional. El Concilio Nacional de la Raza publicó recientemente los resultados de las encuestas realizadas entre familias que perdieron sus viviendas.

Los hallazgos más importantes revelados por las encuestas como consecuencias sociales de los embargos hipotecarios son depresión, ansiedad, tensión, sentimiento de culpa y resentimientos en el seno de las familias afectadas. Retraso, disminución e incluso eliminación total de planes de estudio son otras de las consecuencias no económicas que dejan los embargos y remates hipotecarios.

Los autores de este análisis destacan que las familias hispanas siguen manteniendo vivo el sueño americano de tener casa propia y que la mayoría de las familias piensan que podrán recuperarse de esta crisis.

Entre otras recomendaciones para aliviar la actual crisis, los autores sugieren que las modificaciones de prestamos de vivienda deben hacerse incluso a las personas que no tienen trabajo. Como medida preventiva sugieren la aplicación de estándares más estrictos para otorgar prestamos.

Por último, el estudio sugiere que las familias hispanas están siendo empujadas a la misma pobreza de la que se vienen huyendo ya que los programas de ayuda no están al nivel de la magnitud del problema que la crisis de la vivienda ha generado en los hispanos.

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